La Transexualidad es un tema tabú en España y es que, a pesar del pequeño avance que se ha logrado en respecto a la aceptación social de este sector, sigue existiendo una gran discriminación hacia el colectivo transexual. La sociedad se deja permeabilizar por los prejuicios asignados a los y las transexuales, lo que ocasiona un nivel de necedad bastante elevado. O lo que es lo mismo, produce una intolerancia social y, en consecuencia, vivir en un continuo estancamiento evolutivo.
La parte más conservadora de la sociedad denomina vulgarmente a la transexualidad como “tercer sexo”. Una concepción errónea ya que la disforia, término científico de la transexualidad, es una de las diferentes maneras de identificación de género que existen. Por norma general, las personas transexuales son aquellas que rechazan su cuerpo porque tienen la convicción de que pertenece al sexo opuesto. Una continúa disputa entre el cuerpo y el alma. Esta singularidad, que de por sí sola ejerce la suficiente presión para generar un conflicto interno para las personas transexuales, no es la única cuestión a la que tiene que hacer frente este colectivo sino que además se le presentan cuatro estorbos más para alcanzar la completa aceptación social. El sociólogo Javier Rubio asegura que mientras existan trabas sociales, jurídicas, laborales y familiares no se alcanzará la íntegra inserción social de los transexuales.
Existen asociaciones como COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid) o ATC Libertad que aseguran que la discriminación laboral del sector transexual va en aumento con el paso del tiempo, aunque no se presentan datos reales. Al mismo tiempo, estos colectivos afirman que este es uno de los motivos por los que el sector transexual es relacionado de manera equívoca con la prostitución. Es cierto que algunos transexuales terminan ejerciendo la prostitución debido a la falta de recursos, en especial las transexuales femeninas, personas que se siente mujer a pesar de nacer con genitales masculinos, ya que las cirugías de reasignación sexual son más evidentes que en los transexuales masculinos, personas que se siente hombre pese a que haya nacido con genitales de mujer, por lo que les es más complicado encontrar un empleo. Poner fin a este problema parece un pensamiento utópico pero no lo es. Basta con engendrar una concienciación social, laboral y educativa en la que el género no esté por encima de la manifestación de identidad sexual de cada persona. Una sociedad donde se fomente la diversidad y se eliminen los prejuicios asociados a este colectivo. Sólo así podremos alcanzar la igualdad y el crecimiento social.
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